Santa Mariña
MOSTEIRO DE SANTA MARIÑA DE TOSTO
O historiador Chao Espina comenta que en Arou e en Camelle (A Coruña) existiu a chamada «Junta de Nordemán» e que alí os nenos teñen o pelo rubio e ollos azuis como os homes do Norte, pero ó medrar tornasen escuros. As invasións vikingas a Galicia realizáronse entre o século VIII ó XI. Sendo probablemente os vikingos os que destruíran por primeira vez o Mosteiro de Santa Mariña de Tosto. Entre os monxes negros (bieitos) e os vikingos navega este relato.
Segundo a Crónica general de la orden de San Benito de Antonio Yepes, editada en 1603 relata:
“Santa Marina de Tosto, es una iglesia que está ahora en lo último de la tierra de Soneira, sita entre Mugía, y Malpica, entre montes y peñas asperísimas, fue Monges Benitos, pero no se sabe el principio de su fundación, más que era Abadía muy rica, porque Santa Marina patrona de aquel lugar, hazia grandes milagros, por lo cual los comarcanos de la tierra, tenían devoción con aquel Monasterio, y le ofrecían muchos dones, ellos fueron ocasión de su perdida, porque guerras, y enemigos a la fama de su riqueza la procuraron robar, y se salieron con ello.”
No ano 1008 as irmáns Dona Eyloza e Dona Sancha cos seus criados roubaran o mosteiro . Sendo destruído o Mosteiro por segunda vez, narra Yepes:
“Destruyose este Monasterio segunda vez, y después fue reedificado en la Era de mil doscientos y tres siendo Rey de Castilla Don Fernando y Conde de Galicia Don Gómez González y Arzobispo Don Pedro González. El Abad de San Payo, habiendo apeado, y deslindado primero la hacienda lo volvió a edificar el año del mil y doscientos y treinta y dos, y se enviaron monges de nuevo, que asistiesen el servicio del Templo de Santa Marina, adonde siempre se hazian muchos milagros”
Nun pergamiño de 1194 que corresponde a unha carta de doazón do abade do Mosteiro de San Paio de Antealtares comprometese a restaurar dito mosteiro e doarlle unha serie de términos e herdades dende San Simón de Nande, San Martín de Carantoña, San Cristoval de Carnés e San Pedro de Leis, ata o mar.
“Pero al fin se volvió otra vez a perder con guerras, y muertes, que sobrevinieron en la tierra. Los claustros están arruinados, la iglesia ha quedado” describe Antonio Yepes na súa crónica.